Coleccionistas y restauradores de pinball/petacos

Entrevista Integra a Eulogio Pingarrón en la prensa del sector.

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view post Posted on 14/5/2013, 20:52
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Breakin' the Balls

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Eulogio me ha mandado hoy un texto que escribió respondiendo a una conocida revista del sector en la que se le pedía que resumiera su vida ligada al mundo del Recreativo.

Resumir y Eulogio Pingarrón no son términos muy compatibles entre sí (perdóneme usted don Eulogio) de modo que los de la revista decidieron hacer una versión corta para poderla publicar sin tener que hacer un número extra. Lo que viene a continuación es el texto original que envió Pingarrón a la redacción. Texto que destila a partes iguales conocimiento, historia y esa forma de ver la vida a la que afortunadamente nos tiene acostumbrados Eulogio desde que empezó su andadura en "Ball in Play"

Allá va:


El próximo 20 de Noviembre hará ( ) años que entré a formar parte de esta gran Familia del Automático.

Que nadie piense que yo estoy en el Automático porque en el Automático debe de haber de todo; yo entré en Petaco por casualidad, casi por accidente, acepté la propuesta de trabajo que me hicieron en Petaco en el año 62 porque alguien insinuó que quizá aquello no era lo mío, que tal vez había que ser mas espabilado de lo que yo era para llegar a entender unos aparatos con “tantísimo cable”; ... y aquello determinó mi respuesta.

Tenía 24 años y todas las cualidades para entrar en este Sector, donde es imprescindible tener ilusión, donde es más importante ser aprendiz de muchas cosas que ser maestro en una sola, donde es decisivo tener imaginación, donde es decisorio tener tesón, donde es determinante tener algo de embaucador y de ilusionista. Los creadores de juegos tienen un poco de prestidigitadores, deben crear magia dentro de un cajón a cambio de unas pesetas.

Cuando llegué a Petaco era lo que podría llamarse un “culo de mal asiento”; había colocado en Madrid, entre tejado y tejado, las primeras antenas de TV, allá por los años cincuenta; electricista, escayolista, pintor de brocha gorda y albañil en la construcción; vendedor a domicilio, modelo de pintores, reparador de electrodomésticos, repartidor de mejillones, dibujante, hotelero, y hasta hubo una vez que tuve que hacer de detective para obtener pruebas de una infidelidad (pruebas que conseguí, por supuesto), ya que sorprendí a los tortolitos en su nidito de amor; se trataba del casado infiel y la novia bullanguera. He conocido esclavos y estuve a punto de ser contratado como negrero, (trabajo este último que no acepté, por supuesto); tuve de compañero de trabajo en la construcción a quien, pasado el tiempo, llegó a ser famoso matador en los años cincuenta-sesenta y presidente del montepío de toreros; conocí a personajes de los Medios de Comunicación, (actores de Radio, de cine y de teatro) políticos, Diplomáticos, escritores, Catedráticos y hasta seres anónimos un tanto peculiares, como alguien que me confesó y me explicó, que era hijo de padre conocido y madre desconocida.

Pues bien, después de todo aquello, llegué al Automático y pronto me fui dando cuenta de que lo más entretenido, interesante y extraordinario, estaba por llegar; me quedaba un mundo por descubrir y unas personas extraordinarias por conocer, y me prometí a mi mismo que: Lo que no supiera, lo aprendería; lo que no conociera, lo buscaría; lo que no existiera, lo inventaría.

Y acepté trabajar en Petaco en el puesto más humilde.

Yo era el trabajador nº 34 en el Petaco de la 2ª “fase” que acababa de fundarse, con Celestino Zoreda, Julio Marroquín y Juan Paredes como socios.

Se montaban las máquinas artesanalmente, tanto, que se montaban una a una; los montajes se hacían “a ojo”, cada trabajador montaba según su criterio, y cada máquina llevaba el sello personal de quien la había terminado, los ensamblajes eran con tornillos de ranura (el tornillo de estrella no se conocía) y se atornillaban con destornilladores manuales, el operario que atornillaba se vendaba la mano al comienzo de la jornada y a pesar de esta protección, al final de la jornada, la mano con que atornillaba era pura llaga; las formas o mazos de cables se ataban con cuerda de bramante y no se conocía la lazada de auto-apriete, los cables eran de variedad tan limitada en sus combinaciones de colores, que para soldar los relés había que auxiliarse de unas puntas comprobadoras para saber que cable era el que correspondía a cada terminal, cada grupo de contacto, cada lámina, cada contador, debía ser ajustado manualmente y bajo el criterio de cada operario. El resultado de todo ello era que, cuando se vendía una máquina nueva y se instalaba en un bar, tenía que ser acompañada de un mecánico que la atendiese durante horas y con periódicas visitas en días sucesivos hasta que la máquina se hubiere “equilibrado” y pasase a tener una avería a la semana, que era lo considerado como normal.

Tardé poco más de un año en pasar de peón a oficial de 1ª y otro año mas en ser Verificador, y otro año en encargarme de la confección de prototipos; a partir de ahí, y he de reconocer que con el incondicional apoyo de Juan Paredes, (Director-Gerente de Petaco), se aprovechó que yo diseñaba y creaba los prototipos para, por indicación y beneplácito de Juan Pedro Van den Bergh (presidente de Petaco), abandonar la tutela de Gottlieb, de quien copiábamos los modelos de máquinas, y pasar a diseñar yo, y con total libertad en mi trabajo, nuevos y originales modelos de Pin-Balls, lo que nos permitió exponer en Londres y competir en los mercados Internacionale. Corría el año del Señor de 1972. Petaco cumplía el 10º aniversario de su fundación y yo había pasado, de ocupar el último peldaño en la plantilla de empleados, a ser la persona con más poder decisorio en la fabricación de Pin-Balls en Petaco, que era casi tanto como decir en España.

En estos 10 años, aprendí a realizar sueños y materializarlos en Máquinas, a dormir con un cuaderno de apuntes y un bolígrafo en la mesilla de noche (por si la inspiración me “pillaba” en la cama), aprendí a ocupar parte de mis horas de descanso en estudiar cada circuito y cada pieza de las máquinas, aprendí que un trabajador vale lo que vale su trabajo, aprendí que el resultado de tu trabajo no sería valorado ni por tus jefes ni por sus clientes; quien realmente importaba, quien realmente valoraba era el jugador; quien da valor a una máquina es el “tío que echa la moneda”.

Quizá fue ese el motivo por el que pasé tantas horas en los Salones de juego y en los Bares viendo jugar a las Máquinas y valorando, tanto el comportamiento de las máquinas, como las reacciones de los jugadores. Ello me sirvió desde siempre para saber si una máquina daría juego antes de salir a la venta; mas tarde, y en más de una ocasión, se me ha preguntado como lograba anticipar que una máquina tuviese éxito.

Respuesta:
Un Pin-ball tiene futuro
Si quien juega mueve el culo.


Y sigo creyendo y afirmando que, para mi, un Pin-ball...
Es una misteriosa, increíble y mágica energía encerrada en un cajón, y que persigue una bola sin lograr atraparla.
¿De donde procede esa energía? ... sin duda del Jugador, solo que él no lo sabe.

Cuando he diseñado un Pin-balls, en la mayoría de los casos me he limitado a poner caminos en un tablero y dejar que la bola y el jugador hiciesen el resto; puedo asegurar que las cosas no me salieron del todo mal.

Vengo de aquellos años en que las máquinas funcionaban a 1 Pta. cada partida, y recuerdo perfectamente cuando se pasó a 2 Ptas. Hubo que crear un circuito nuevo y añadir un Relé para esta función; (2 Ptas. una partida y 1 Duro 3 partidas) Azkoyen, que en aquel entonces comandaba Luis Troyas, tenía en el “mercado” un nuevo monedero que era capaz de discriminar piezas de hierro, arandelas con taladro central y hasta seleccionar el peso de las monedas; debemos tener en cuenta que las primeras máquinas llevaban un selector de monedas que consistía en dos placas de plástico en paralelo separadas por otra placa del mismo grueso de la moneda y en forma de rampa por donde la moneda se deslizaba hasta desembocar en una abertura con un alambre en forma de balancín que actuaba un contacto; no discriminaba las piezas de hierro ni tampoco el tamaño de las monedas.

Los Pin-ball tenían unos contadores ocultos que encendían una escala de luces y las puntuaciones se contabilizaban en fracciones de 10.000 en 10.000 o de 100.000 en 100.000 hasta llegar al Millón, Relés y contadores eran auxiliados por un motor provisto de una serie de circuitos que generaban pulsos repetitivos. La habilidad y el ingenio en colocar los elementos en el tablero junto con la puesta en escena de la bola y la destreza del jugador, hacían el resto.

En Madrid, las Pin-ball eran conocidas como “billarines”; en Barcelona como “máquinas del Millón”; en otros sitios, como “Flippers”.; los flippers o bateadores, dado que en las primeras máquinas que hizo Petaco, les grabó su marca en el plástico, fueron conocidos dichos bateadores o flippers por “los petacos”.

Los primeros contadores para la puntuación, los conocí construidos a partir de una chapa de hierro (sin bañar) y sobre la que se taladraba y roscaba a mano para montar el conjunto de bielas y rueda dentada; las bielas se confeccionaban artesanalmente con dobleces rematados “a mano”; los muelles se confeccionaban a partir de un muelle largo que se cortaba a la medida precisa para la función requerida y a base de ir cortando y probando hasta lograr la tensión deseada. Los que fumaban durante el montaje de los contadores (en aquellos tiempos fumaba casi todo el mundo) no precisaban mechero, se aplicaba a los extremos de un muelle la corriente empleada en las lamparitas (6V.) y el muelle casi de inmediato se ponía al rojo vivo; esto era practica común ya que los muelles eran tan imprecisos que a lo largo de la jornada se retiraban por no útiles una gran cantidad de ellos.

Los muebles de los Pin-ball eran de madera protegida de “Formica” en su conjunto (patas y puerta de entrada de monedas incluidas), sin dibujos de ninguna clase; los dibujos del tablero y plásticos interiores comenzaron haciéndose “a mano”, de esto mucho sabía Briones aquí en Madrid (que no sé si existirá); las máquinas funcionaban con 5 bolas físicas y salían al tablero elevadas por un disco a modo de noria que giraba el jugador desde fuera en un costado del mueble; los contactos que puntuaban en los pasillos estaban construidos a partir de un alambre de latón soldado a una lámina de bronce con su contacto remachado (como dato anecdótico es de recordar que los contactos eran de plata pura, de ley 900) y puedo asegurar que era un verdadero ejercicio de habilidad en el ajuste, para conseguir que las bolas puntuasen sin quedar detenidas en los pasillos.

En un principio, los medios de castigo para evitar que las máquinas se maltratasen durante el juego eran tan ineficaces (los péndulos de falta) que era pintoresco ver en algún bar como entre cuatro chavales, dos en cada costado, levantaban la máquina, la ponían en posición horizontal y la balanceaban hasta colocar la bola en el pasillo preferido (hay que ver el partido que se le podía sacar a una peseta).
¡Aquellas nuestras máquinas de antaño, tan entrañables como algunos de sus mecánicos! Recuerdo a Iñigo, que conducía un PTV, una especie de Biscuter de lujo; el tal Iñigo era capaz de llegar a un bar donde había sido requerido con urgencia para reparar una máquina, pedir una “caña” porque venía “seco”, estar media hora de charla con el camarero, y marcharse corriendo sin reparar la máquina, porque tenía mucha prisa.

Recuerdo ¡cómo no!, aquella pareja de hermanos que eran propietarios y a la vez mecánicos de un plantel de máquinas; para no tener que sufrir la feroz competencia de otros operadores, decidieron colocar sus máquinas en los pueblos de la provincia de Madrid, donde nadie quería desplazarse. Se encontraron con que entre un bar y otro bar donde habían colocado las máquinas, podía darse una distancia de 200 Km. y algunas veces era obligada la visita a los dos bares en el mismo día; muchas noches hubo en que no podían regresar a dormir a su casa. Así se iniciaron, así continuaron, y así, peseta a peseta, recaudación a recaudación, y con el ahorro de dos, compra de otra nueva; y así cada día y así todos los días hasta llegar a tener un muy buen saneado negocio al día de la fecha. ¡Lo puedo asegurar!

Después casi todo cambió en el Mercado con la llegada de los Videos, los “marcianitos” para que nos entendamos. Ahí ya los Fabricantes se igualaron, por que ya no hacía falta ser fabricante, bastaba con tener el capital suficiente para importar monitores de TV y placas de juego; encargar a un carpintero un mueble que en la mayoría de los casos se copiaba, comprar puerta de monederos con monederos; botones y palancas de mandos, y ... andando, a montar y a vender, poco o nada se aportaba y pocas cosas se averiaban, los juegos duraban unos meses y después, a comprar otra placa e instalarla en el mismo mueble.Una etapa en el Automático de la que creo que, a los verdaderos profesionales, no nos llenará de orgullo.

Llega el Año 1977 en que Petaco es sin duda la empresa del Juego Automático más importante de España y la que vende mas Pin-ball en toda Europa, (incluyo cualquier fabrica Americana y me apoyo en estadísticas de la época) y en dicho año y a petición propia, ceso en mis funciones en Petaco.

Sobre esto, deseo puntualizar para mi satisfacción que, en los anteriores 15 años de existencia de Petaco y de mi paso por dicha Empresa, pasamos de montar los Pin-balls tal como lo he referido en anterior capítulo, a ser líderes en calidad y diseño a escala mundial, a exportar 500 maquinas mensuales solo para el mercado Alemán, a equipararnos en rendimiento y producción a las firmas Norteamericanas. Quizá fue por ello que Juan Paredes me ofertó algo así como un cheque en blanco para que me quedase; no admití cantidad alguna ni quise escuchar ninguna oferta; dejé Petaco porque no estaba de acuerdo con los rumbos que se disponían a tomar, ni con las personas que en aquella época asesoraban a Juan

¡Ay Juan!,… otrora encantador de máquinas y fabulador de juegos, y ahora se dejaba embaucar por una pléyade de trileros que le prometían el “don Nicanor tocando el tambor” disfrazado de robot japonés!

Sé muy bien lo que digo y porqué lo digo, y para que se tenga una ligera idea de cómo era el “personaje”; cuando dicho sujeto diseñaba una máquina y alguien le apuntaba que aquel juego posiblemente a la gente no le gustase, su respuesta era mas o menos la siguiente: “el jugador, es tonto y no sabe bien lo que quiere, por lo que es necesario enseñar a los jugadores y poner en las máquinas los juegos que nosotros (que somos los que sabemos) consideremos que le deben interesar”. Como se podrá comprender, yo que hasta entonces había sido en Petaco “santo y seña” no podía continuar mi labor teniendo como trabajo añadido la discusión habitual sobre la conveniencia de diseñar las máquinas de una o de otra forma.

El tiempo me dio la razón ampliamente, ya que, a partir de mi marcha de Pataco y con la inestimable arribada de un “Mesías” y algún que otro inepto que por allí quedaron, al cabo de 4 años mas o menos, Petaco “suspendió pagos”. Mi amistad con Juan quedó a salvo de los avatares del trabajo y negocios, fundé PEYPER en el 77, teniendo como socio a Alfonso Palomares, (sociedad que duró 3 años) y en el 80 continuo solo en Peyper.

Petaco se disuelve y se funda Juegos Populares y Juan Paredes me invita a entrar como socio en Juegos Populares con la condición de colaborar y asesorar en la nueva etapa de Petaco-Juegos Populares;

Aparco Peyper y dedico mi atención a diseñar el primer modelo de Pin Ball que va a salir de la nueva fábrica de Juegos Populares, y organizo la cadena de montaje y pongo en marcha la producción. El primer Pin Ball que sale de la nueva factoría se llama Petaco II, se pretendía superar el mal sabor de boca que dejó el cierre de Petaco y en el primer consejo de administración se me pidió que “afinara” a ver si se podían fabricar al menos 500 máquinas, yo fiándome de mi buena estrella con los Pin Ball, afino y en tiempo record se fabrican 5.500 y se venden y a veces se revenden con beneficios extras, ese año en la Feria del Automático le dieron el premio a la mejor máquina; dejo diseñados 2 modelos más, y me vuelvo a Peyper después de vender a Juan mis acciones de juegos Populares con un beneficio en escasos meses de un 65% sobre lo invertido y que era la revalorización que había experimentado JP.

Del resto, poco más que no se sepa, vuelvo a Peyper y diseño la ODIN; luego Némesis, después WOLF MAN, ODISEA, Etc. con anécdotas en cada una de ellas; como que para los dibujos de Némesis me fui a la Plaza Mayor y estuve horas viendo pintar a los artistas callejeros, elegí uno y le ofrecí trabajo, al explicarle lo que esperaba de el me dijo que no se sentía capaz de decorar una máquina; yo, que estaba cansado de esperar y buscar le dije que yo le guiaría; ¡y salió la Némesis!

Llega la despenalización del juego y las máquinas pasan a estar bajo sospecha; lo que no está prohibido, está consentido, pero NO permitido.
El Sr. Sancho Rof adjudica un cierto número de permisos de fabricación para ciertos tipos de máquinas (bolerines o cataratas) y los reparte entre una selección de Fabricantes elegidos según su particular criterio; lo que convierte aquella medida en un semillero de desconfianzas y recelos entre todos los fabricantes. Nos ponemos en comunicación los fabricantes más significativos de aquellos años, (éramos aproximadamente 25 en toda España) y fundamos FACOMARE; de la que soy Socio Fundador con el nº 10 y pertenecí a su Junta Directiva desde su fundación hasta el año 85, más o menos.

Después llegó la máquina “B” (recreativa con premio) por fases, en diversas escalas y con diferentes versiones: Bingo flipper en tablero de 25 agujeros, Cataratas, Bolerín, Grúas; para finalmente llegar a lo que hoy conocemos.

Las predicciones de éxito con cada modelo de las máquinas “B” son complicadas; pero aún así, existen métodos para saber lo que puede dar de si una Maquina antes de salir al mercado.

Los jugadores no hacen a las máquinas, son las máquinas las que hacen a los jugadores; la máquina desarrolla la incógnita, el jugador ofrece una respuesta; no es el jugador quien juega con la máquina, es la máquina quien juega con el jugador; la máquina lleva la zanahoria y el palo, y el jugador intenta atraparla; los jugadores de una máquina, entre todos, sin conocerse entre sí, sin ellos saberlo, aportan unas cantidades a una bolsa común; la máquina reparte dicha bolsa con criterio veleidoso, aunque no tanto como para que dicho criterio no pueda a veces ser, si no desentrañado, sí al menos atisbado por algún ciudadano oriental.

De esto que digo, algunos “Saloneros” ya lo han sufrido, y algún fabricante lo han llegado a intuir, aunque sin llegar a dar con la solución matemática. Es, sin duda, cuestión de estadísticas y sicología aplicada al espíritu del jugador mediante una especie de Tantra y su Chakra correspondiente.

Esto que digo, se cumple cada vez que un fabricante diseña una máquina que tiene éxito; el diseñador de la máquina ha logrado el éxito, pero no sabe exactamente como lo ha hecho, es pura intuición, no dispone de las coordenadas que le indiquen con exactitud, a que se ha debido el que esa máquina en particular juegue muy bien, mientras otras máquinas, que aparentemente están mejor construidas y son más atrayentes, no tienen el mismo “gancho”.

De todo lo anterior se podría escribir largo y tendido, pero no es cuestión de pregonarlo, ya que (al menos por ahora) no es conveniente airear cual es el origen del misterioso encanto que poseen algunas máquinas y que nadie al parecer logra definir. Algún día escribiré sobre ello como escribiré también sobre los Espíritus y los Fantasmas del Automático.

Entiéndase que cuando digo Espíritus del Automático, no me refiero a nuestros Difuntos, nuestros Difuntos son las Ánimas benditas del Purgatorio que esperan su liberación mediante nuestras oraciones; y cuando digo los fantasmas del Automático, no me refiero a esos en quien todos pensáis, no; me refiero a “esos” que se pueden percibir en ciertas noches determinadas del año, deambulando en su soledad entre las máquinas sin vida y apagadas, como abandonadas en una nave silenciosa, “esos” que nadie osa nombrar y de los que todos callan; “esos” de los que, una vez avistados, tu vida se convierte en un antes y un después.

Mis 10 primeros años en Petaco y en el Automático, fueron una dura, feliz, fructífera y amorosa unión y comunión de mi persona con el Automático; después, lo demás tuvo menos importancia, ya que todo lo que hice, bueno, malo o regular, fue con el firme convencimiento que estaba haciendo algo para lo que estaba dotado y predestinado, era más mi devoción que mi obligación.

El Automático es más que una profesión, una devoción; es como los hábitos; no hacen a la persona pero le imprimen carácter.
Si no fuera así, ¿como se explica que nadie se marche de este Colectivo después de haberse integrado en el Sector?. Es como una especie de Cofradía en la que para ingresar nadie te exige hacer profesión de Fe; aquí, cuando llegas y te integras, es como si te ungieran; a partir de ese momento: en Maquinero te ordenaste y Maquinero serás hasta el fin de tus días.

Petaco para mí, fue madre y madrastra; los cinco primeros años fue madre de quien aprendí, y hogar donde me forjé y al que íntimamente prometí fidelidad y dedicación, (los hermanos Franco pueden dar fe de ello ya que vinieron a proponerme ser cofundador junto con ellos dos, de Recreativos Franco, y después de pensármelo dos meses y he de confesar que con gran pesar por mi parte, renuncié a dicha propuesta)
Alguien podrá pensar que lo de “con gran pesar por mi parte” viene dado en vista de los resultados obtenidos con posterioridad, pero, se piense lo que se piense; me pesa no haber unido mi camino al de ellos por la sencilla razón de que, en todos estos años, todavía no he encontrado alguien que tenga tanta fe en su trabajo, tanta dedicación, perseverancia, y capacidad de sacrificio, y todo ello contenido en una frase, amor por las MÁQUINAS.

Son 43 años que llevo ligado al Sector; en los que he conocido a gente

Tan educada como Paco Arbós;
Tan amena como Adolfo Morilla;
Tan discretamente generosa como Julio Marroquín.
Pepe Martín, que al igual que se dice que a Manuel Fraga le cabe el Estado en la cabeza, bien pudo decirse que Pepe Martín llevaba en su cabeza todo el Pin-ball.
Abelardo Mato Abelenda, de quien me quedé deudor de una visita a su Galicia; y que a pesar de que ya no esté entre nosotros, me presumo que su espíritu seguirá vagando por esos caminos que tantas veces recorrió, sempiterno volador a ras de tierra.
Antonio Ponce, la mesura hecha palabra, un Sevillano con mimbres de Cordobés.
José Romero Bonilla, el buen gesto y la mano tendida, siempre.
José Martínez Hidalgo, que tanto y tan bien aprendió, que consiguió ser trascendido y hasta superado; cosa difícil en cualquier actividad.
Manuel González Comes, (“Manolo” para los amigos) para unos mas y para otros menos, pero para nadie indiferente, ni artista ni creador, ni siquiera el mejor conocedor de las máquinas, pero fue sobre todo y por todo, un gran Empresario que tuvo siempre el futuro del Sector en su mente, sabiendo que nada es eterno; para los que hoy dudan como seguir y que hacer, un repaso a su trayectoria puede resultar todo un tratado de negociación en el juego; un insigne Valenciano al que personalmente me unió una gran amistad que sigue perdurando a través de su familia.
De Juan Paredes a pesar de ser yo, posiblemente, la persona que mejor le conoció, no debo hablar, ya que mi opinión siempre estará condicionada por mi proximidad hacia él, tanto personal como familiar, una ausencia que no deja de hacerse presente.
Antonio Vidal siempre en la trastienda, negociando entre cajas y bambalinas siempre figurando sin aparecer, prudente consejo en acertada decisión.
Carlos Goetting (entrañable alemán, viajero incombustible, toda la geografía en su maleta)
Pablo Haffner, tan comedido (Teutón hasta las cachas, en una cena en Londres, se pasó media velada intentándome convencer de las excelencias del Nazismo)

Se me vienen a la memoria personajes:

Tan pintorescos como Germán Morales, que teniendo la invitación para una cena donde se “rogaba la asistencia con etiqueta o traje oscuro”, se presentó con traje claro, playero y plagado de etiquetas de “marcas” prendidas en el traje.
Y otro. Alguien, tan tramposo y sinvergüenza de quien no quiero dar su nombre, porque “es la leche”-Pascual-.
Otro peor que el anterior, por más taimado, más peligroso, con alma de bujía de afamado motor, con sobretodo de “progre” ocultando la camisa de facha, consejero sin duda, de Bruto.
Y más nombres que se me vienen sin querer, por que son los orígenes del Automático:
Florentino Martínez, pedalada a pedalada y haciendo de cada máquina una Etapa, y de cada proyecto un Puerto, con alguna que otra “pájara” que le hizo llegar en alguna ocasión con el control cerrado;
Miguel Ortega, socio de mil proyectos, “facedor” de mil entuertos y siempre a lomos de buen jumento, lentejas los viernes y Mus de sobremesa en casa Lucio, que ya los tiempos vienen calmados y es menester dar reposo al cuerpo y tranquilidad al espíritu.
Eduardo Morales, gaiteiro y muñidor de cofradías; no advertiste que la Santa Compaña estaba cerca y podría cruzarse en tu camino. Un amigo con cercanía de barriada y hechuras de Cátedra.
Pablo Alfaro, menguado de carnes y parco en el vestir, buen pagador.
Esteban Carranza, amasador de muchos panes, nunca acabó de entender las máquinas, pero las máquinas si parece le entendían a él, porque le hacían fácil cualquier venta.
Félix Hernán, un gregario de lujo con la soledad del corredor de fondo, siempre puntuando, todos sospechando que puede ser, pero nadie acierta a decir, el que.
Arsenio Mier, la acogedora cordialidad; ameno en la confidencia, nunca olvida sus orígenes, y siempre recuerda el presente; y Teresa, rama del mismo tronco, le imprime seguridad.
Y de los Grandes y menos grandes; personajes que en un tiempo estuvieron en los “carteles” como primeros Espadas, como no recordarlos: Vilaró; Corominas; Solé; Lorenzo; Arturo Justo; Santiago Laguna; Floriano Llorente; Liborio Parreño; Diego Rivas; Antonino García; Pepe Benavides; Bernardino Carbonero; José Mª Uriarte; Antonio Diego Romero.
No me olvido de los Hnos. Lao, pero confieso que merecerían capitulo aparte, sobre todo Manolo, que por “genio y figura” si hubiera sido torero bien podría ser apodado como el “Ciclón de Terrassa”.

En otro momento y en otro Capítulo contaré cosas de los últimos 25 años del Automático, hablaré de los homosexuales del Automático, de nuestros marícas, (que no Gays), que eso de Gays no deja de ser una mariconada inventada por los “pijos”.

También prometo hablar de cuernos y de amancebamientos, de copias, de suplantaciones, de rabizas y de bujarrones, de sodomitas y rabisalseras, y ¿cómo no?, de aquel viaje a Biarritz en el año 76, y de lo que pasó en el único Cine Porno que había en La Villa; y, como ya dije anteriormente, de espíritus, de encantamientos, de conjuros y de fantasmas.

Y aquí se despide hasta siempre

Eulogio Pingarrón
Dado en Madrid, año del Señor de 2005, el 16 de Agosto

(Corregido en 2013)



Perdón a todos y a Eulogio particularmente por la falta de formato del texto, pero es que las posibilidades de edición en este foro no dan para mucho.

Toni.

Edited by Toni "PinballBreaker" - 15/5/2013, 20:20
 
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view post Posted on 14/5/2013, 22:41
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Lo he copiado y agrandado en word, a ver si se lee mejor.

Saludos. :B):

El próximo 20 de Noviembre hará ( ) años que entré a formar parte de esta gran Familia del Automático.

Que nadie piense que yo estoy en el Automático porque en el Automático debe de haber de todo; yo entré en Petaco por casualidad, casi por accidente, acepté la propuesta de trabajo que me hicieron en Petaco en el año 62 porque alguien insinuó que quizá aquello no era lo mío, que tal vez había que ser mas espabilado de lo que yo era para llegar a entender unos aparatos con “tantísimo cable”; ... y aquello determinó mi respuesta.

Tenía 24 años y todas las cualidades para entrar en este Sector, donde es imprescindible tener ilusión, donde es más importante ser aprendiz de muchas cosas que ser maestro en una sola, donde es decisivo tener imaginación, donde es decisorio tener tesón, donde es determinante tener algo de embaucador y de ilusionista. Los creadores de juegos tienen un poco de prestidigitadores, deben crear magia dentro de un cajón a cambio de unas pesetas.

Cuando llegué a Petaco era lo que podría llamarse un “culo de mal asiento”; había colocado en Madrid, entre tejado y tejado, las primeras antenas de TV, allá por los años cincuenta; electricista, escayolista, pintor de brocha gorda y albañil en la construcción; vendedor a domicilio, modelo de pintores, reparador de electrodomésticos, repartidor de mejillones, dibujante, hotelero, y hasta hubo una vez que tuve que hacer de detective para obtener pruebas de una infidelidad (pruebas que conseguí, por supuesto), ya que sorprendí a los tortolitos en su nidito de amor; se trataba del casado infiel y la novia bullanguera. He conocido esclavos y estuve a punto de ser contratado como negrero, (trabajo este último que no acepté, por supuesto); tuve de compañero de trabajo en la construcción a quien, pasado el tiempo, llegó a ser famoso matador en los años cincuenta-sesenta y presidente del montepío de toreros; conocí a personajes de los Medios de Comunicación, (actores de Radio, de cine y de teatro) políticos, Diplomáticos, escritores, Catedráticos y hasta seres anónimos un tanto peculiares, como alguien que me confesó y me explicó, que era hijo de padre conocido y madre desconocida.

Pues bien, después de todo aquello, llegué al Automático y pronto me fui dando cuenta de que lo más entretenido, interesante y extraordinario, estaba por llegar; me quedaba un mundo por descubrir y unas personas extraordinarias por conocer, y me prometí a mi mismo que: Lo que no supiera, lo aprendería; lo que no conociera, lo buscaría; lo que no existiera, lo inventaría.

Y acepté trabajar en Petaco en el puesto más humilde.

Yo era el trabajador nº 34 en el Petaco de la 2ª “fase” que acababa de fundarse, con Celestino Zoreda, Julio Marroquín y Juan Paredes como socios.

Se montaban las máquinas artesanalmente, tanto, que se montaban una a una; los montajes se hacían “a ojo”, cada trabajador montaba según su criterio, y cada máquina llevaba el sello personal de quien la había terminado, los ensamblajes eran con tornillos de ranura (el tornillo de estrella no se conocía) y se atornillaban con destornilladores manuales, el operario que atornillaba se vendaba la mano al comienzo de la jornada y a pesar de esta protección, al final de la jornada, la mano con que atornillaba era pura llaga; las formas o mazos de cables se ataban con cuerda de bramante y no se conocía la lazada de auto-apriete, los cables eran de variedad tan limitada en sus combinaciones de colores, que para soldar los relés había que auxiliarse de unas puntas comprobadoras para saber que cable era el que correspondía a cada terminal, cada grupo de contacto, cada lámina, cada contador, debía ser ajustado manualmente y bajo el criterio de cada operario. El resultado de todo ello era que, cuando se vendía una máquina nueva y se instalaba en un bar, tenía que ser acompañada de un mecánico que la atendiese durante horas y con periódicas visitas en días sucesivos hasta que la máquina se hubiere “equilibrado” y pasase a tener una avería a la semana, que era lo considerado como normal.

Tardé poco más de un año en pasar de peón a oficial de 1ª y otro año mas en ser Verificador, y otro año en encargarme de la confección de prototipos; a partir de ahí, y he de reconocer que con el incondicional apoyo de Juan Paredes, (Director-Gerente de Petaco), se aprovechó que yo diseñaba y creaba los prototipos para, por indicación y beneplácito de Juan Pedro Van den Bergh (presidente de Petaco), abandonar la tutela de Gottlieb, de quien copiábamos los modelos de máquinas, y pasar a diseñar yo, y con total libertad en mi trabajo, nuevos y originales modelos de Pin-Balls, lo que nos permitió exponer en Londres y competir en los mercados Internacionale. Corría el año del Señor de 1972. Petaco cumplía el 10º aniversario de su fundación y yo había pasado, de ocupar el último peldaño en la plantilla de empleados, a ser la persona con más poder decisorio en la fabricación de Pin-Balls en Petaco, que era casi tanto como decir en España.

En estos 10 años, aprendí a realizar sueños y materializarlos en Máquinas, a dormir con un cuaderno de apuntes y un bolígrafo en la mesilla de noche (por si la inspiración me “pillaba” en la cama), aprendí a ocupar parte de mis horas de descanso en estudiar cada circuito y cada pieza de las máquinas, aprendí que un trabajador vale lo que vale su trabajo, aprendí que el resultado de tu trabajo no sería valorado ni por tus jefes ni por sus clientes; quien realmente importaba, quien realmente valoraba era el jugador; quien da valor a una máquina es el “tío que echa la moneda”.

Quizá fue ese el motivo por el que pasé tantas horas en los Salones de juego y en los Bares viendo jugar a las Máquinas y valorando, tanto el comportamiento de las máquinas, como las reacciones de los jugadores. Ello me sirvió desde siempre para saber si una máquina daría juego antes de salir a la venta; mas tarde, y en más de una ocasión, se me ha preguntado como lograba anticipar que una máquina tuviese éxito.

Respuesta:
Un Pin-ball tiene futuro
Si quien juega mueve el culo.

Y sigo creyendo y afirmando que, para mi, un Pin-ball...
Es una misteriosa, increíble y mágica energía encerrada en un cajón, y que persigue una bola sin lograr atraparla.
¿De donde procede esa energía? ... sin duda del Jugador, solo que él no lo sabe.

Cuando he diseñado un Pin-balls, en la mayoría de los casos me he limitado a poner caminos en un tablero y dejar que la bola y el jugador hiciesen el resto; puedo asegurar que las cosas no me salieron del todo mal.

Vengo de aquellos años en que las máquinas funcionaban a 1 Pta. cada partida, y recuerdo perfectamente cuando se pasó a 2 Ptas. Hubo que crear un circuito nuevo y añadir un Relé para esta función; (2 Ptas. una partida y 1 Duro 3 partidas) Azkoyen, que en aquel entonces comandaba Luis Troyas, tenía en el “mercado” un nuevo monedero que era capaz de discriminar piezas de hierro, arandelas con taladro central y hasta seleccionar el peso de las monedas; debemos tener en cuenta que las primeras máquinas llevaban un selector de monedas que consistía en dos placas de plástico en paralelo separadas por otra placa del mismo grueso de la moneda y en forma de rampa por donde la moneda se deslizaba hasta desembocar en una abertura con un alambre en forma de balancín que actuaba un contacto; no discriminaba las piezas de hierro ni tampoco el tamaño de las monedas.

Los Pin-ball tenían unos contadores ocultos que encendían una escala de luces y las puntuaciones se contabilizaban en fracciones de 10.000 en 10.000 o de 100.000 en 100.000 hasta llegar al Millón, Relés y contadores eran auxiliados por un motor provisto de una serie de circuitos que generaban pulsos repetitivos. La habilidad y el ingenio en colocar los elementos en el tablero junto con la puesta en escena de la bola y la destreza del jugador, hacían el resto.

En Madrid, las Pin-ball eran conocidas como “billarines”; en Barcelona como “máquinas del Millón”; en otros sitios, como “Flippers”.; los flippers o bateadores, dado que en las primeras máquinas que hizo Petaco, les grabó su marca en el plástico, fueron conocidos dichos bateadores o flippers por “los petacos”.

Los primeros contadores para la puntuación, los conocí construidos a partir de una chapa de hierro (sin bañar) y sobre la que se taladraba y roscaba a mano para montar el conjunto de bielas y rueda dentada; las bielas se confeccionaban artesanalmente con dobleces rematados “a mano”; los muelles se confeccionaban a partir de un muelle largo que se cortaba a la medida precisa para la función requerida y a base de ir cortando y probando hasta lograr la tensión deseada. Los que fumaban durante el montaje de los contadores (en aquellos tiempos fumaba casi todo el mundo) no precisaban mechero, se aplicaba a los extremos de un muelle la corriente empleada en las lamparitas (6V.) y el muelle casi de inmediato se ponía al rojo vivo; esto era practica común ya que los muelles eran tan imprecisos que a lo largo de la jornada se retiraban por no útiles una gran cantidad de ellos.

Los muebles de los Pin-ball eran de madera protegida de “Formica” en su conjunto (patas y puerta de entrada de monedas incluidas), sin dibujos de ninguna clase; los dibujos del tablero y plásticos interiores comenzaron haciéndose “a mano”, de esto mucho sabía Briones aquí en Madrid (que no sé si existirá); las máquinas funcionaban con 5 bolas físicas y salían al tablero elevadas por un disco a modo de noria que giraba el jugador desde fuera en un costado del mueble; los contactos que puntuaban en los pasillos estaban construidos a partir de un alambre de latón soldado a una lámina de bronce con su contacto remachado (como dato anecdótico es de recordar que los contactos eran de plata pura, de ley 900) y puedo asegurar que era un verdadero ejercicio de habilidad en el ajuste, para conseguir que las bolas puntuasen sin quedar detenidas en los pasillos.

En un principio, los medios de castigo para evitar que las máquinas se maltratasen durante el juego eran tan ineficaces (los péndulos de falta) que era pintoresco ver en algún bar como entre cuatro chavales, dos en cada costado, levantaban la máquina, la ponían en posición horizontal y la balanceaban hasta colocar la bola en el pasillo preferido (hay que ver el partido que se le podía sacar a una peseta).
¡Aquellas nuestras máquinas de antaño, tan entrañables como algunos de sus mecánicos! Recuerdo a Iñigo, que conducía un PTV, una especie de Biscuter de lujo; el tal Iñigo era capaz de llegar a un bar donde había sido requerido con urgencia para reparar una máquina, pedir una “caña” porque venía “seco”, estar media hora de charla con el camarero, y marcharse corriendo sin reparar la máquina, porque tenía mucha prisa.

Recuerdo ¡cómo no!, aquella pareja de hermanos que eran propietarios y a la vez mecánicos de un plantel de máquinas; para no tener que sufrir la feroz competencia de otros operadores, decidieron colocar sus máquinas en los pueblos de la provincia de Madrid, donde nadie quería desplazarse. Se encontraron con que entre un bar y otro bar donde habían colocado las máquinas, podía darse una distancia de 200 Km. y algunas veces era obligada la visita a los dos bares en el mismo día; muchas noches hubo en que no podían regresar a dormir a su casa. Así se iniciaron, así continuaron, y así, peseta a peseta, recaudación a recaudación, y con el ahorro de dos, compra de otra nueva; y así cada día y así todos los días hasta llegar a tener un muy buen saneado negocio al día de la fecha. ¡Lo puedo asegurar!

Después casi todo cambió en el Mercado con la llegada de los Videos, los “marcianitos” para que nos entendamos. Ahí ya los Fabricantes se igualaron, por que ya no hacía falta ser fabricante, bastaba con tener el capital suficiente para importar monitores de TV y placas de juego; encargar a un carpintero un mueble que en la mayoría de los casos se copiaba, comprar puerta de monederos con monederos; botones y palancas de mandos, y ... andando, a montar y a vender, poco o nada se aportaba y pocas cosas se averiaban, los juegos duraban unos meses y después, a comprar otra placa e instalarla en el mismo mueble.Una etapa en el Automático de la que creo que, a los verdaderos profesionales, no nos llenará de orgullo.

Llega el Año 1977 en que Petaco es sin duda la empresa del Juego Automático más importante de España y la que vende mas Pin-ball en toda Europa, (incluyo cualquier fabrica Americana y me apoyo en estadísticas de la época) y en dicho año y a petición propia, ceso en mis funciones en Petaco.

Sobre esto, deseo puntualizar para mi satisfacción que, en los anteriores 15 años de existencia de Petaco y de mi paso por dicha Empresa, pasamos de montar los Pin-balls tal como lo he referido en anterior capítulo, a ser líderes en calidad y diseño a escala mundial, a exportar 500 maquinas mensuales solo para el mercado Alemán, a equipararnos en rendimiento y producción a las firmas Norteamericanas. Quizá fue por ello que Juan Paredes me ofertó algo así como un cheque en blanco para que me quedase; no admití cantidad alguna ni quise escuchar ninguna oferta; dejé Petaco porque no estaba de acuerdo con los rumbos que se disponían a tomar, ni con las personas que en aquella época asesoraban a Juan

¡Ay Juan!,… otrora encantador de máquinas y fabulador de juegos, y ahora se dejaba embaucar por una pléyade de trileros que le prometían el “don Nicanor tocando el tambor” disfrazado de robot japonés!

Sé muy bien lo que digo y porqué lo digo, y para que se tenga una ligera idea de cómo era el “personaje”; cuando dicho sujeto diseñaba una máquina y alguien le apuntaba que aquel juego posiblemente a la gente no le gustase, su respuesta era mas o menos la siguiente: “el jugador, es tonto y no sabe bien lo que quiere, por lo que es necesario enseñar a los jugadores y poner en las máquinas los juegos que nosotros (que somos los que sabemos) consideremos que le deben interesar”. Como se podrá comprender, yo que hasta entonces había sido en Petaco “santo y seña” no podía continuar mi labor teniendo como trabajo añadido la discusión habitual sobre la conveniencia de diseñar las máquinas de una o de otra forma.

El tiempo me dio la razón ampliamente, ya que, a partir de mi marcha de Pataco y con la inestimable arribada de un “Mesías” y algún que otro inepto que por allí quedaron, al cabo de 4 años mas o menos, Petaco “suspendió pagos”. Mi amistad con Juan quedó a salvo de los avatares del trabajo y negocios, fundé PEYPER en el 77, teniendo como socio a Alfonso Palomares, (sociedad que duró 3 años) y en el 80 continuo solo en Peyper.

Petaco se disuelve y se funda Juegos Populares y Juan Paredes me invita a entrar como socio en Juegos Populares con la condición de colaborar y asesorar en la nueva etapa de Petaco-Juegos Populares;

Aparco Peyper y dedico mi atención a diseñar el primer modelo de Pin Ball que va a salir de la nueva fábrica de Juegos Populares, y organizo la cadena de montaje y pongo en marcha la producción. El primer Pin Ball que sale de la nueva factoría se llama Petaco II, se pretendía superar el mal sabor de boca que dejó el cierre de Petaco y en el primer consejo de administración se me pidió que “afinara” a ver si se podían fabricar al menos 500 máquinas, yo fiándome de mi buena estrella con los Pin Ball, afino y en tiempo record se fabrican 5.500 y se venden y a veces se revenden con beneficios extras, ese año en la Feria del Automático le dieron el premio a la mejor máquina; dejo diseñados 2 modelos más, y me vuelvo a Peyper después de vender a Juan mis acciones de juegos Populares con un beneficio en escasos meses de un 65% sobre lo invertido y que era la revalorización que había experimentado JP.

Del resto, poco más que no se sepa, vuelvo a Peyper y diseño la ODIN; luego Némesis, después WOLF MAN, ODISEA, Etc. con anécdotas en cada una de ellas; como que para los dibujos de Némesis me fui a la Plaza Mayor y estuve horas viendo pintar a los artistas callejeros, elegí uno y le ofrecí trabajo, al explicarle lo que esperaba de el me dijo que no se sentía capaz de decorar una máquina; yo, que estaba cansado de esperar y buscar le dije que yo le guiaría; ¡y salió la Némesis!

Llega la despenalización del juego y las máquinas pasan a estar bajo sospecha; lo que no está prohibido, está consentido, pero NO permitido.
El Sr. Sancho Rof adjudica un cierto número de permisos de fabricación para ciertos tipos de máquinas (bolerines o cataratas) y los reparte entre una selección de Fabricantes elegidos según su particular criterio; lo que convierte aquella medida en un semillero de desconfianzas y recelos entre todos los fabricantes. Nos ponemos en comunicación los fabricantes más significativos de aquellos años, (éramos aproximadamente 25 en toda España) y fundamos FACOMARE; de la que soy Socio Fundador con el nº 10 y pertenecí a su Junta Directiva desde su fundación hasta el año 85, más o menos.

Después llegó la máquina “B” (recreativa con premio) por fases, en diversas escalas y con diferentes versiones: Bingo flipper en tablero de 25 agujeros, Cataratas, Bolerín, Grúas; para finalmente llegar a lo que hoy conocemos.

Las predicciones de éxito con cada modelo de las máquinas “B” son complicadas; pero aún así, existen métodos para saber lo que puede dar de si una Maquina antes de salir al mercado.

Los jugadores no hacen a las máquinas, son las máquinas las que hacen a los jugadores; la máquina desarrolla la incógnita, el jugador ofrece una respuesta; no es el jugador quien juega con la máquina, es la máquina quien juega con el jugador; la máquina lleva la zanahoria y el palo, y el jugador intenta atraparla; los jugadores de una máquina, entre todos, sin conocerse entre sí, sin ellos saberlo, aportan unas cantidades a una bolsa común; la máquina reparte dicha bolsa con criterio veleidoso, aunque no tanto como para que dicho criterio no pueda a veces ser, si no desentrañado, sí al menos atisbado por algún ciudadano oriental.

De esto que digo, algunos “Saloneros” ya lo han sufrido, y algún fabricante lo han llegado a intuir, aunque sin llegar a dar con la solución matemática. Es, sin duda, cuestión de estadísticas y sicología aplicada al espíritu del jugador mediante una especie de Tantra y su Chakra correspondiente.

Esto que digo, se cumple cada vez que un fabricante diseña una máquina que tiene éxito; el diseñador de la máquina ha logrado el éxito, pero no sabe exactamente como lo ha hecho, es pura intuición, no dispone de las coordenadas que le indiquen con exactitud, a que se ha debido el que esa máquina en particular juegue muy bien, mientras otras máquinas, que aparentemente están mejor construidas y son más atrayentes, no tienen el mismo “gancho”.

De todo lo anterior se podría escribir largo y tendido, pero no es cuestión de pregonarlo, ya que (al menos por ahora) no es conveniente airear cual es el origen del misterioso encanto que poseen algunas máquinas y que nadie al parecer logra definir. Algún día escribiré sobre ello como escribiré también sobre los Espíritus y los Fantasmas del Automático.

Entiéndase que cuando digo Espíritus del Automático, no me refiero a nuestros Difuntos, nuestros Difuntos son las Ánimas benditas del Purgatorio que esperan su liberación mediante nuestras oraciones; y cuando digo los fantasmas del Automático, no me refiero a esos en quien todos pensáis, no; me refiero a “esos” que se pueden percibir en ciertas noches determinadas del año, deambulando en su soledad entre las máquinas sin vida y apagadas, como abandonadas en una nave silenciosa, “esos” que nadie osa nombrar y de los que todos callan; “esos” de los que, una vez avistados, tu vida se convierte en un antes y un después.

Mis 10 primeros años en Petaco y en el Automático, fueron una dura, feliz, fructífera y amorosa unión y comunión de mi persona con el Automático; después, lo demás tuvo menos importancia, ya que todo lo que hice, bueno, malo o regular, fue con el firme convencimiento que estaba haciendo algo para lo que estaba dotado y predestinado, era más mi devoción que mi obligación.

El Automático es más que una profesión, una devoción; es como los hábitos; no hacen a la persona pero le imprimen carácter.
Si no fuera así, ¿como se explica que nadie se marche de este Colectivo después de haberse integrado en el Sector?. Es como una especie de Cofradía en la que para ingresar nadie te exige hacer profesión de Fe; aquí, cuando llegas y te integras, es como si te ungieran; a partir de ese momento: en Maquinero te ordenaste y Maquinero serás hasta el fin de tus días.

Petaco para mí, fue madre y madrastra; los cinco primeros años fue madre de quien aprendí, y hogar donde me forjé y al que íntimamente prometí fidelidad y dedicación, (los hermanos Franco pueden dar fe de ello ya que vinieron a proponerme ser cofundador junto con ellos dos, de Recreativos Franco, y después de pensármelo dos meses y he de confesar que con gran pesar por mi parte, renuncié a dicha propuesta)
Alguien podrá pensar que lo de “con gran pesar por mi parte” viene dado en vista de los resultados obtenidos con posterioridad, pero, se piense lo que se piense; me pesa no haber unido mi camino al de ellos por la sencilla razón de que, en todos estos años, todavía no he encontrado alguien que tenga tanta fe en su trabajo, tanta dedicación, perseverancia, y capacidad de sacrificio, y todo ello contenido en una frase, amor por las MÁQUINAS.

Son 43 años que llevo ligado al Sector; en los que he conocido a gente

Tan educada como Paco Arbós;
Tan amena como Adolfo Morilla;
Tan discretamente generosa como Julio Marroquín.
Pepe Martín, que al igual que se dice que a Manuel Fraga le cabe el Estado en la cabeza, bien pudo decirse que Pepe Martín llevaba en su cabeza todo el Pin-ball.
Abelardo Mato Abelenda, de quien me quedé deudor de una visita a su Galicia; y que a pesar de que ya no esté entre nosotros, me presumo que su espíritu seguirá vagando por esos caminos que tantas veces recorrió, sempiterno volador a ras de tierra.
Antonio Ponce, la mesura hecha palabra, un Sevillano con mimbres de Cordobés.
José Romero Bonilla, el buen gesto y la mano tendida, siempre.
José Martínez Hidalgo, que tanto y tan bien aprendió, que consiguió ser trascendido y hasta superado; cosa difícil en cualquier actividad.
Manuel González Comes, (“Manolo” para los amigos) para unos mas y para otros menos, pero para nadie indiferente, ni artista ni creador, ni siquiera el mejor conocedor de las máquinas, pero fue sobre todo y por todo, un gran Empresario que tuvo siempre el futuro del Sector en su mente, sabiendo que nada es eterno; para los que hoy dudan como seguir y que hacer, un repaso a su trayectoria puede resultar todo un tratado de negociación en el juego; un insigne Valenciano al que personalmente me unió una gran amistad que sigue perdurando a través de su familia.
De Juan Paredes a pesar de ser yo, posiblemente, la persona que mejor le conoció, no debo hablar, ya que mi opinión siempre estará condicionada por mi proximidad hacia él, tanto personal como familiar, una ausencia que no deja de hacerse presente.
Antonio Vidal siempre en la trastienda, negociando entre cajas y bambalinas siempre figurando sin aparecer, prudente consejo en acertada decisión.
Carlos Goetting (entrañable alemán, viajero incombustible, toda la geografía en su maleta)
Pablo Haffner, tan comedido (Teutón hasta las cachas, en una cena en Londres, se pasó media velada intentándome convencer de las excelencias del Nazismo)

Se me vienen a la memoria personajes:

Tan pintorescos como Germán Morales, que teniendo la invitación para una cena donde se “rogaba la asistencia con etiqueta o traje oscuro”, se presentó con traje claro, playero y plagado de etiquetas de “marcas” prendidas en el traje.
Y otro. Alguien, tan tramposo y sinvergüenza de quien no quiero dar su nombre, porque “es la leche”-Pascual-.
Otro peor que el anterior, por más taimado, más peligroso, con alma de bujía de afamado motor, con sobretodo de “progre” ocultando la camisa de facha, consejero sin duda, de Bruto.
Y más nombres que se me vienen sin querer, por que son los orígenes del Automático:
Florentino Martínez, pedalada a pedalada y haciendo de cada máquina una Etapa, y de cada proyecto un Puerto, con alguna que otra “pájara” que le hizo llegar en alguna ocasión con el control cerrado;
Miguel Ortega, socio de mil proyectos, “facedor” de mil entuertos y siempre a lomos de buen jumento, lentejas los viernes y Mus de sobremesa en casa Lucio, que ya los tiempos vienen calmados y es menester dar reposo al cuerpo y tranquilidad al espíritu.
Eduardo Morales, gaiteiro y muñidor de cofradías; no advertiste que la Santa Compaña estaba cerca y podría cruzarse en tu camino. Un amigo con cercanía de barriada y hechuras de Cátedra.
Pablo Alfaro, menguado de carnes y parco en el vestir, buen pagador.
Esteban Carranza, amasador de muchos panes, nunca acabó de entender las máquinas, pero las máquinas si parece le entendían a él, porque le hacían fácil cualquier venta.
Félix Hernán, un gregario de lujo con la soledad del corredor de fondo, siempre puntuando, todos sospechando que puede ser, pero nadie acierta a decir, el que.
Arsenio Mier, la acogedora cordialidad; ameno en la confidencia, nunca olvida sus orígenes, y siempre recuerda el presente; y Teresa, rama del mismo tronco, le imprime seguridad.
Y de los Grandes y menos grandes; personajes que en un tiempo estuvieron en los “carteles” como primeros Espadas, como no recordarlos: Vilaró; Corominas; Solé; Lorenzo; Arturo Justo; Santiago Laguna; Floriano Llorente; Liborio Parreño; Diego Rivas; Antonino García; Pepe Benavides; Bernardino Carbonero; José Mª Uriarte; Antonio Diego Romero.
No me olvido de los Hnos. Lao, pero confieso que merecerían capitulo aparte, sobre todo Manolo, que por “genio y figura” si hubiera sido torero bien podría ser apodado como el “Ciclón de Terrassa”.

En otro momento y en otro Capítulo contaré cosas de los últimos 25 años del Automático, hablaré de los homosexuales del Automático, de nuestros marícas, (que no Gays), que eso de Gays no deja de ser una mariconada inventada por los “pijos”.

También prometo hablar de cuernos y de amancebamientos, de copias, de suplantaciones, de rabizas y de bujarrones, de sodomitas y rabisalseras, y ¿cómo no?, de aquel viaje a Biarritz en el año 76, y de lo que pasó en el único Cine Porno que había en La Villa; y, como ya dije anteriormente, de espíritus, de encantamientos, de conjuros y de fantasmas.

Y aquí se despide hasta siempre

Eulogio Pingarrón
Dado en Madrid, año del Señor de 2005, el 16 de
 
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icon1  view post Posted on 15/5/2013, 16:56
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pinbalero inder

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Maldita sea me lo he leido casi quedandome ciego y cuando termino veo que esta puesto en letras grandes y hermosas. se me ha quedao una cara...

Aparte de eso ME HA ENCANTADO , me imagino la epoca el taller de fabricación , las antiguas maquinas saliendo de sus cajas nuevas y los jovenes de la epoca arremolinandose alrrededor cada vez que uno mete la peseta,

Muchas gracias por compartir con nosotros sus relatos, Don Eulogio.
 
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sin_pinball
view post Posted on 15/5/2013, 18:36




Impresionate presentación.
Llevo trabajando casi 25 años en la misma empresa, prefiero el trabajo fuera de las oficinas porque me dan clasutrofóbia.
Si sólo contase las interesantes historias laborales tendría para rato, no hay desperdicio.

PD:
Tengo un iman para las locas, y si comentase cómo me han abordado en horas de trabajo, alucinaréis.

En cuant me dejen jubilarme haré pública mis experiencias, en estas tendrás una parcela en elinfierna Ej pasado Mr Mújicaa, el pasado Defesor delPueblo e Iberdrola con su prepotencia y mentiras.
 
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icon1  view post Posted on 16/5/2013, 17:11
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pinbalero inder

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deseando estoy ya de escuchar anecdotas de los cutres de Iberdrola.
Como buen exempleado que soy.
 
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felix2
view post Posted on 19/12/2013, 22:01




precioso ,acabo de leer la historia de don eulogio y me ha llevado a viejos recuerdos cuando empece haya por el 75 en vecoat con mi maestro don Nino carbonero
 
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view post Posted on 19/12/2013, 22:18
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Adicto pinbolero

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Bienvenido Felix.
Pues ya sabes, tu tambien estas invitado a contarnos tus recuerdos de la epoca. El foro esta a tu disposicion :)
Aunque no lo creas, esas historias de la vida del recreativo en España de hace decadas nos entretiene mucho :)
 
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view post Posted on 19/12/2013, 23:40

Adicto pinbolero

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Esta entrevista es un documento de gran valor para aquellos que estamos interesados en la historia del recreativo en España, máxime cuando hay tan poco escrito sobre ella, gracias Toni por haberla rescatado.
Desde luego no tienen desperdicio las historias del maestro Pingarrón, pero a mi me gustaría destacar dos momentos que considero claves:

QUOTE
abandonar la tutela de Gottlieb, de quien copiábamos los modelos de máquinas, y pasar a diseñar yo, y con total libertad en mi trabajo, nuevos y originales modelos de Pin-Balls, lo que nos permitió exponer en Londres y competir en los mercados Internacionale. Corría el año del Señor de 1972.

Una decisión valiente que tuvo su recompensa y demostró que en España se podían hacer pinballs con una gran calidad mecánica y con un diseño atractivo para el jugador. Que grandes modelos se fabricaron entonces: Comodín, Bang Bang, Torpedo, Icarus, la serie Criterium, ..., pinballs que realmente llenaban el cajón y si que "te hacían mover el culo", ya lo creo que si ;)


QUOTE
Esto que digo, se cumple cada vez que un fabricante diseña una máquina que tiene éxito; el diseñador de la máquina ha logrado el éxito, pero no sabe exactamente como lo ha hecho, es pura intuición, no dispone de las coordenadas que le indiquen con exactitud, a que se ha debido el que esa máquina en particular juegue muy bien, mientras otras máquinas, que aparentemente están mejor construidas y son más atrayentes, no tienen el mismo “gancho”.

Este es el santo grial. Comentaba algún diseñador americano que cuando ponían los prototipos a probar en localización, no se fijaban tanto en cuantos jugadores jugaban sino sobre todo en cuantos jugadores repetían.
¿Que tienen algunos modelos que te hacen volver a por más? Como bien dice Pingarrón nadie lo sabe, es pura intuición, pero nosotros también intuimos que los grandes diseñadores como él tenían buenas pistas para lograr el éxito, ese toque especial que hace que una máquina sea divertida, rete la habilidad del jugador y despierte su imaginación.
Una de esas pistas parece de perogullo: hay que diseñar pensando en el jugador. Creo que se puede intentar "educar" al jugador pero siempre con sutileza y respeto, lo que no se puede es hacerle comulgar con ruedas de molino, como al parecer y por desgracia para Petaco intentaron hacer algunos.

QUOTE
Bienvenido Felix.
Pues ya sabes, tu tambien estas invitado a contarnos tus recuerdos de la epoca. El foro esta a tu disposicion :)
Aunque no lo creas, esas historias de la vida del recreativo en España de hace decadas nos entretiene mucho

A mi también me interesa mucho aprender más sobre la historia del recreativo en España, especialmente cuando está contada de primera mano por la gente que la hizo posible.
 
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felix2
view post Posted on 23/12/2013, 20:49




felicea fiestas para todos, he vuelto a leer la entrevista a don Eulogio y yo tambien detacaria a unas personas muy importantes en el mundo del automatico, como heran los hnos Inchausti de MARESA, y en fabricacion de futbolines los hnos Moraleda
 
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Amanecer1
view post Posted on 23/10/2016, 16:07




Las empresas mas importantes en los comienzos del automático fueron AMUSA (despues se convirtio en GEDASA) y MARESA
 
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view post Posted on 23/10/2016, 16:27
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Aficionado pinbolero

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Amanecer, perteneciste al sector?
 
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10 replies since 14/5/2013, 20:52   1484 views
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